5.11.03

underwear

"Why don't you just shut the door
and close the curtains
'cos you're not going anywhere"


Los buenos conjuros tienen formas diminutas. Igual que las mejores pesadillas, transcurren de día, entre ojos obligadamente atentos y detrás de la mejor de nuestras
máscaras. —Todo conjuro se concreta en el sofá correspondiente—. Entonces estallan en luces invisibles, nos llenan la cabeza de esa música que es indisimulablemente química aplicada y física de cuerpos.

A veces, toman la forma de una mano militante que se escurre entre las ropas y una espalda que le abre lugares inesperados. Un solo músculo enarbola la cintura y la muy guerrillera pasa rasante entre cuerpo y respaldo, en camino directo hacia el borche de la victoria. Un par de segundos más, un ademán experto y la carga tibia se libera. La tropa no debe retirarse sin inspeccionar como al descuido la zona de fuego.

En silencio se sonríen el soldado y su rival. Sólo queda acomodar los restos de la batalla sutil sin que el público se altere. De algún que otro fluido nos ocuparemos más adelante.