25.10.03

angels with dirty faces

Oceans, oceans won't soothe me
You love it when I'm leaving


Teladearañar. Porque en el fondo todos somos arañas, pero siempre son pocas las eminencias del tejido. Nosotros teladearañan porque ellos nunca fuimos lo suficientemente buenos (somos unos buenos para nada). Tu teladerañas, desde la primera vez que mintió por loquesea. Pero las mentiras nunca son concéntricas, ni siquiera paralelizan. Son una maraña que tambalea con cada nuevo nudo, cada nueva mentira que se agrega. Se sacude hasta que, perfecta otra vez, sigue flotando. Del nudo sólido, como en las grandes gestas, en la maleza nace el nuevo hilo, y de él pende, tambaleando y tambaleante, la araña delicada. Y el círculo se corona.

Pero nosotros, los que no creemos en las alas de servilleta, apostamos otra ficha a la espesura del encaje venenoso. Porque el juego de la viuda de las piedras es infinito y se refuerza con cada nueva presa que atrapa en su jaula de limón. La miramos a los ojos y enseguida silabea su venganza (en pretérito imperfecto) y, otra vez, a desovillar su tedio de tarde muerta en los cimientos de la noche. Y así sigue y se repite, interminable... mente.