8.1.04

rewind

El simulacro es un desgarro repentino, la traición de una rutina adormecida que se empecina en eternizarse. Una angustia que apremia y que en el fondo celebramos inaccesible y ajena.

El monólogo, en cambio, es un desgarro plácido, una fiesta cotidiana de desconsuelo, el merecido reparo de la melancolía.

Se sabe que antes de que empiece la noche que desgarra recuerdos en la arena inaccesible de los poemas, en papeles levemente azulados se cuecen respuestas en prosa.

El abrazo es siempre lo mejor.