26.7.05

Art of The Trio # 2

Fuego vengador y amarillo. Casi una torpeza. De un papel que ya no tengo se desmenuzan las conquistas de la especie dominante. Hay que tener el valor de hacer frente a los desafíos como los volcanes que buscan el momento despejado para una erupción de a pares. Una fogata consumida es apenas un puñado más o menos voluminoso de cenizas, pero nadie puede quitarle el regusto del flash, la memoria de la maravilla.

No prende, carajo. Tanta ingeniería aplicada a la depuración de un alma en pena y el viento ajeno que se empeña en arruinarla. Como si no alcanzara con la humedad para excomulgarnos. De rodillas al fracaso, ojos de gato y de hombre se cruzan a mitad de camino sobre el proyecto de fogata. Lo siento, Milord, necesito ayuda, usted sabrá entender... El gato sabe, entiende el plástico de la botella, el chorro intermitente, el olor, el humo. Una fogata que se niega a la llama es una tomadura de pelo. Nuevo gesto desaprobatorio, revoleo de maullidos y a seguir con la siesta en alguna zona libre de herejes. Un instante después, el infierno se despliega inquieto en facetas etílicas y cromáticas. El verdugo paladea su victoria sobre las fuerzas naturales y se traga el instinto del vino que agasaja la copa, la lengua, la espalda.

17.7.05

7.7.05

Art of The Trio # 1

Fuego purificador y naranja. Casi un eufemismo. Tirar los papeles, las cartas, las fotos, los recuerdos, el pasado, el presente y toda mi persona al fondo de la hoguera. Quemar el futuro, evaporarlo en ceniza azul y negra, en humo de victoria y agua desmantelada. Una fogata que no arde se pierde la perfección de la llama, no vive, apenas dura como un apilamiento más o menos organizado y prolijo de pedazos de leña.

Cada vez que una decisión importante se avecina, a Mister Fungus le brota la filosofía. El primer impulso neural es el que desencadena el rito de frase-a-labrar-en-el-mármol, sonrisa-complacida, gesto-aprobatorio-simultáneo. Tengo que grabarme, se propone, voy a ponerle pilas al grabador, se dispone, y toda la sugerencia es un ritual en sí mismo, un refrán de esos que repetimos sin estar seguros de saber decodificar. Fungus apila palitos muy finos por encima de los bollos de papel, después los recubre de palos más gruesos y termina con la lluvia de maderas. El fósforo vengador sacrifica su cabeza para regalarle un reflejo dorado a los bigotes del gato. Prende, pero el viento. Justo hoy viene a soplar desde el valle, que queda tan lejos y molesta tanto. Justo hoy, justo a él, el viento le viene a quemar los papeles. Como si supiera, como si pudiera leerle la mente. Lord Chéselin abre el ojo azul y estira las garras, en obvia oposición a la rebeldía eólica. Fungus le acaricia el lomo, hay conversaciones que con los años se instalan en planos tan sutiles al tacto. Algunos fragmentos chamuscados de la actualidad flotan delante de sus ojos, algunos recuerdos importantes también. No prende, carajo. Hay que recurrir al incendio. (...)

1.7.05

punteos (remix)

en el eco de mi espalda crecen sombras diminutas transparentes acuarelas de una risa que perdura donde nada había nada vacío había temblores y un mar en la piel que saborea este gato que ahora sonríe agazapado sus ojos de limón se esfuman y sólo quedan sus labios flotando sobre las ramas en estos momentos de acostumbrarse al silencio cuando resuena despacito un overcome y las letras tus letras mis letras agitan el pañuelo como siempre porque se necesita lo que nunca se ha tenido y sin embargo se sabe tan propio porque nunca nos cansamos de buscar el escondite de las fogatas o las nueces o las espadas porque una palabra tan simple como beSo nos deja temblando porque resucito y lo primero que me viene a la cabeza es tu nombre

y otra vez resuena, despacito, un overcome