4.11.05

Art of The Trio # 4

Los rituales se nos hacen carne, son una música involuntaria sobre la que se puede improvisar sabiendo que en el fondo nada cambia. Si no fuera el fuego, sería alguna otra cosa. Comerse la cal de las paredes, por ejemplo. Los restos, los huesos de las cosas hechas humo, las cenizas que después hay que barrer prolijamente, son la mejor de las ceremonias. Y lo que sobrevive no tiene ninguna importancia. Ya tendrá su cuarto de hora azul en la fogata, su disolución inevitable, su cielo inexistente.

Ahora que la venganza progresa en naranjas y chasquidos, Mister Fungus puede cambiar de objetivo. El paquete crepita de ganas de mostrarse y nadie tiene intenciones de llevarle la contra. Corta los hilos con el cuchillo grande y en segundos se ve enredado por una teladearaña de piolines amarillos que se van ennegreciendo con el tacto. El hilo se pega en los dedos, se hace nudos en los brazos y los codos, se ríe de los ovillos. Fungus se mira de reojo en el espejo, al fondo de la pared: es una mosca negra atrapada en una red de piolín amarillo. Lord Chéselin le regala una mirada compasiva.